1.- DEFINICIÓN
El acoso puede definirse usando tres de sus características: intención, repetición y poder. Hay intención de causar dolor (físico, con palabras o con comportamientos hirientes), y se hace de manera repetida. Los niños tienen más probabilidades de ser víctimas de acoso físico, mientras que las niñas suelen sufrir acoso psicológico.
Más que un incidente aislado, el acoso es un patrón de comportamiento. Los niños que acosan a otros suelen tener un estatus social más alto o una posición de poder, por ser de mayor edad, fortaleza física o considerados “populares”. Los niños más vulnerables se enfrentan a un riesgo mayor de ser víctimas de acoso.
El acoso puede darse en persona o en línea. El ciberacoso hace de caja de resonancia del acoso que se produce en persona y también puede ser un punto de partida, mediante la distribución de una grabación ofensiva hacia la víctima amplificando los efectos perniciosos de este de manera exponencial. La víctima puede ser acosada desde esta modalidad las 24 horas del día.
Hay que diferenciar entre conflictos relacionales puntuales y el acoso escolar. Algunos expertos señalan que debe manifestase el abuso al menos durante seis meses, mientras que otros expertos manifiestan no depender solo de la duración, sino también de la intensidad. La Asociación Española Para el Acoso Escolar (AEPAE) concluye: si el maltrato se produce tres o más veces, es acoso escolar.

2.- ULTIMOS ESTUDIOS
Las personas LGBTI tienden a ser más acosados en los colegios en comparación con sus pares, por lo que tienden a presentar más ausentismo y mayores niveles de inseguridad. Desde 2015 se han abordado las consecuencias a nivel psicológico del acoso escolar homofóbico, haciendo hincapié en las experiencias y significados de la homofobia vivida en la escuela.
Más recientemente, el acoso escolar reiterado muestra consecuencias cognitivas que pueden afectar a 49 regiones diferentes del cerebro. El mayor escaneo cognitivo realizado hasta la fecha ha sido recientemente a 2.049 adolescentes (publicado en la revista bioRxiv) así parece indicarlo.y revela que el ‘bullying’ influye de manera diferente en hombres y mujeres, en áreas cerebrales relacionadas con la memoria, el aprendizaje y los movimientos.
El paso de la infancia a la edad adulta en la adolescencia no es un proceso simple. El bullying o acoso escolar, que perjudica a uno de cada tres estudiantes en el mundo (recordemos que hace 15 años en España eran 1 de cada 4) agrega un grado de estrés adicional a los jóvenes en esta etapa, casi siempre relacionado con la exclusión social consecuente. Las agresiones recibidas también influyen en el cerebro.
El investigador del Trinity College, Michael Connaughton y sus colegas del grupo científico PRADO, analizaron las respuestas a un cuestionario de cinco ítems y las resonancias magnéticas (MRI, por sus siglas en inglés) a cerebros de adolescentes a los 14, 19 y 22 años de Alemania, Irlanda, Reino Unido y Francia. Los investigadores sugieren que el bullying influye de manera generalizada en el desarrollo cerebral. Además, detectaron diferencias entre las respuestas de los chicos y chicas ante el acoso.
Darren Brody, del Departamento de Psiquiatría del Colegio Real de Cirujanos de Irlanda y coautor del estudio, indica que esto podría deberse al tipo de agresión que suele ocurrir en ambos casos. En las imágenes de los MRI de las mujeres, hubo una mayor activación en zonas como el núcleo accumbens izquierdo (que está vinculado a los sistemas de recompensa psicológicos y la motivación) y la amígdala derecha, asociada al manejo del sistema nervioso.
En los hombres, los científicos encontraron respuestas relacionadas con la coordinación física, en las regiones motoras y sensoriales como el giro precentral derecho. Esto podría deberse, de acuerdo a Brody, a que ellos tienden a sufrir acoso físico: “En las respuestas cerebrales de los niños no era tan evidente que los centros emocionales se estuvieran agrandando”.
Durante la adolescencia, el cerebro se encuentra en una fase de desarrollo que lo hace especialmente vulnerable a factores estresantes. Tal como un jardinero que corta y limpia los brotes de maleza de un parque, en esta etapa ocurre una poda sináptica o reajuste en el número de neuronas y sus conexiones, lo que se traduce en un gran cambio neurofisiológico. Alessandro Massaro, doctor en Psicología Clínica y de la Salud, enfatiza que en este periodo hay una mayor sensibilidad a las emociones desagradables (miedo, ansiedad o vergüenza). “Existe un cambio de figuras de referencia de los padres hacia los pares y cuando los jóvenes no pueden pertenecer a un grupo esta situación es muy difícil de sobrellevar para ellos”, explica Massaro, que no participó del análisis.
La victimación por acoso escolar se asoció con un descenso en el volumen total de materia gris en ambos sexos, lo que sugiere un impacto generalizado en el desarrollo cerebral ante el estrés crónico. En paralelo, la respuesta al estrés conduce a la hiperactivación del sistema límbico, que supervisa un conjunto de estructuras interconectadas que median desde las emociones hasta la memoria. Según los autores, esto potencialmente puede resultar en un aumento del volumen de respuesta en estas regiones a medida que el cerebro las intenta controlar.
Los expertos reconocen que aunque no pueden probar la causalidad del acoso escolar, es decir, si los resultados que reflejan las imágenes del cerebro no se deben a alguna característica propia y específica de los adolescentes susceptibles de padecerlo, destacan que al menos en las tres edades analizadas el bullying se asoció con cambios en las curvas de crecimiento de la estructura cerebral. En este aspecto coincide el catedrático del Instituto de Neurociencia de la Universidad Autónoma de Barcelona Ignacio Morgado, pues sostiene que aunque es una gran muestra, las conclusiones son preliminares y ayudarán a seguir estudiando las futuras consecuencias del acoso escolar.
“Al ser un estudio correlacional no podemos decir al 100% que sea la causa de esos cambios en el cerebro. La pérdida de neuronas ya está muy documentada en casos de estrés”, indica Morgado, que no fue parte de la investigación. En 2018, los investigadores del King College de Londres identificaron diferencias estructurales físicas en los cerebros de los adolescentes que son víctimas habituales de acoso, aunque el sondeo fue solo a 682 víctimas. Otro análisis de la Universidad de Tokio, publicado en febrero de 2024, evidenció que los cerebros acosados muestran cambios químicos asociados con la psicosis.
3.- ROLES
El bullying es un fenómeno social: surge y se desarrolla en el interior de una red de relaciones interpersonales. Los adolescentes suelen callar muchas veces estas situaciones y en España un 35% de los estudiantes españoles de ESO y Bachillerato ha sufrido comportamientos agresivos por parte de sus compañeros.
Rosario Ortega, catedrática de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Córdoba, recalca que no se trata de un fenómeno patológico. “La crueldad no es una enfermedad, es una conducta inmoral que desde luego puede hacer muchísimo daño a alguien. La víctima necesita ayuda cuando se enferma”, dice. En esa línea, la transparencia al abordar este problema también tiende a mejorar el clima de la convivencia escolar. “Cuando alguien abusa, es importante que la dirección de la escuela intervenga para que no haya ninguna víctima oculta”, recomienda Rosario Ortega.
Los elementos que intervienen en el acoso escolar son el acosador, la víctima y los observadores. El acosador pretende obtener un beneficio de su comportamiento: popularidad, poder, deshacerse de su propio malestar. Este rol no disminuye su actividad si no tiene ninguna intervención externa.
La víctima sufre a menudo en silencio esta situación. Cuanto más temprana sea la edad más difícil puede ser comunicar lo que ocurre debido a no estar maduradas las competencias comunicacionales.
Los observadores pasivos, legitiman el acoso. Algunos pueden participar en el mismo como colaboradores y otros sencillamente observan el proceso sin intervenir ni tampoco comunicar a ningún adulto lo que ocurre, con lo cual lo validan y perpetúan en cuanto a dinámica grupal.
4.- RECURSOS
En el siguiente enlace, se puede realizar directamente un breve test que arroja una ubicación de la situación que tiene la persona en el colegio para saber si estamos hablando de acoso y la gravedad del mismo.
6.- BIBLIOGRAFÍA
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