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Potencial de las DISONANCIAS COGNITIVAS

  • Foto del escritor: Claudia Requejo
    Claudia Requejo
  • hace 14 minutos
  • 4 Min. de lectura
Lóbulos cerebrales: cada uno tiene funciones diferenciales
Lóbulos cerebrales: cada uno tiene funciones diferenciales

La disonancia cognitiva es ese tirón íntimo que sentimos cuando dos partes de nuestro mundo interior chocan entre sí, por ejemplo cuando sostenemos valores o creencias importantes sobre la salud y, sin embargo, mantenemos hábitos que la perjudican, o cuando nos consideramos personas comprometidas con el medio ambiente y elegimos repetidamente la opción más cómoda aunque menos sostenible.

Esa sensación incómoda no es un fallo moral sino un mecanismo psicológico descrito por primera vez por Leon Festinger en 1957, quien definió la disonancia como un estado de tensión emocional que aparece cuando dos cogniciones son incompatibles, lo cual nos impulsa a restaurar coherencia y reducir el malestar (Festinger, 1957).

La disonancia aparece siempre que hay incompatibilidad entre creencias, actitudes, valores o comportamientos y suele acompañarse de ansiedad, culpa, intranquilidad o pensamientos recurrentes que intentan “resolver” el conflicto, lo cual tiene una función adaptativa porque nos motiva a actuar para aliviar esa tensión interna y recuperar equilibrio psicológico, proceso que puede llevarnos a modificar la conducta, reconsiderar una creencia o justificar nuestras acciones mediante racionalizaciones, siendo frecuente escuchar frases como “mañana empiezo con el carnet de conducir” o “fumo porque me calma” cuando la persona intenta sostener dos realidades que no encajan.


Cambiar la conducta es la vía que más reduce la disonancia, pero no siempre es la elegida, ya que requiere esfuerzo, renuncia y planificación, siendo habitual que recurramos a justificaciones mentales que nos permiten seguir actuando igual aunque la reducción del malestar sea temporal, y en consulta clínica vemos a menudo que esas contradicciones sostenidas en el tiempo generan desgaste emocional, sensación de incoherencia interna y desmotivación, mientras que reconocerlas conscientemente puede ser un primer paso para introducir cambios valiosos, especialmente cuando la disonancia aparece en áreas vitales como la salud, las relaciones o la identidad personal.


La literatura científica contemporánea ha ampliado el trabajo inicial de Festinger mostrando que la magnitud del malestar depende de la importancia subjetiva del valor implicado y de la imagen que la persona tiene de sí misma, de manera que cuando el conflicto toca aspectos centrales del yo, la presión interna para resolverlo aumenta y no es casual que muchas transformaciones personales surjan precisamente tras periodos de incoherencia que actúan como llamada al cambio.

Investigaciones recientes señalan además la presencia de marcadores neurofisiológicos durante la experiencia de disonancia y en la fase de resolución, indicando que se involucran procesos motivacionales y reguladores a nivel cerebral (Harmon-Jones & Mills, 2019), lo cual refuerza la idea de que no se trata solo de un fenómeno psicológico abstracto, sino de una vivencia con impacto real en el organismo y la conducta; reconocer la disonancia implica afinar la escucha interna, observando cuándo justificamos acciones que no van en la dirección de lo que valoramos; o cuándo evitamos información para no sentir culpa o cuándo sentimos un malestar difuso al actuar de cierta manera.


Preguntas como ¿esto que hago refleja realmente lo que pienso?, ¿qué parte de mí quiere algo distinto? o ¿qué pasaría si actuara alineado con mis valores? pueden abrir reflexiones profundas, y en terapia es habitual trabajar con esa tensión para promover cambios graduales y sostenibles, ya que aumentar la conciencia sobre la inconsistencia suele ser un motor de cambio, especialmente si la persona recibe acompañamiento y se siente segura para cuestionarse sin juzgarse.

Cooper (2007) revisa cincuenta años de investigación y señala que facilitar al paciente contacta con la propia incoherencia incrementa la motivación al cambio conductual, por lo que la disonancia no debería verse como un problema a eliminar sino como un indicador valioso, una brújula que señala dónde algo necesita atención o actualización interna, vivir sin contradicciones absolutas es imposible, pero transitar con ellas conscientemente permite decidir qué mantener, qué soltar y qué transformar. Comprender este concepto no solo es interesante académicamente, sino también útil para la vida cotidiana y los procesos terapéuticos, porque nos recuerda que el conflicto interno no es enemigo, sino un mensaje que invita al crecimiento, a la autenticidad y a la coherencia personal.


Si lo pensamos con calma, comprender la disonancia cognitiva no solo nos brinda un marco para interpretar nuestros conflictos internos, sino que además puede convertirse en una brújula para tomar decisiones más coherentes con quienes somos y con quienes queremos ser. o estar. Muchas veces creemos que actuamos libremente, pero en realidad nuestro comportamiento está íntimamente condicionado por la necesidad de coherencia interna, por el deseo de sentir que lo que pensamos y hacemos encaja sin grietas. Cuando esa coherencia se quiebra, el malestar aparece como una alarma psicológica. Algunas personas tratan de ignorarlo, otras lo justifican, pero pocas se detienen a escucharlo con curiosidad. Sin embargo, cuando nos permitimos observar la disonancia con atención, se abre una oportunidad valiosa de crecimiento personal. Reconocerla requiere honestidad emocional, valentía y autocrítica, porque implica mirar de frente nuestras contradicciones, incluso aquellas que preferimos esconder bajo la alfombra.

 


La Autoimagen es clave para poder sostener procesos de disonancia.
La Autoimagen es clave para poder sostener procesos de disonancia.

 

La próxima vez que sientas esa incomodidad sutil que aparece cuando dices “sí” queriendo decir “no”, cuando actúas como siempre a pesar de desear un cambio, o cuando justificas lo que en el fondo sabes que no te convence, detente un momento. Respira. Obsérvala sin juicio. Quizá ese malestar esté tratando de contarte algo sobre ti. Tal vez sea justamente allí, en ese choque interno, es donde nazca la posibilidad de transformarte.

Comprender nuestras disonancias cognitivas no nos hace perfectos, pero sí nos hace más humanos, más conscientes y más libres. Y como profesionales de la salud mental, acompañar este proceso es recordar a cada paciente que dentro del conflicto también habita una puerta. Una puerta que se abre hacia la coherencia interna, hacia una identidad más sólida y hacia decisiones que se sienten en el cuerpo como verdad.



Referencias


  • Festinger, L. (1957). A theory of cognitive dissonance. Stanford University Press.Harmon


  • Jones, E., & Mills, J. (2019). Cognitive dissonance: Reexamining a pivotal theory in psychology (2nd ed.). American Psychological Association.Cooper, J. (2007). Cognitive dissonance: Fifty years of a classic theory. SAGE

 
 
 

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