CUANDO EL MALESTAR PERSITE: LA CRONICIDAD EN SALUD MENTAL
- Claudia Requejo
- 21 ago
- 3 Min. de lectura
La cronicidad en salud mental constituye uno de los retos más importantes de nuestra época, no solo para los sistemas sanitarios, sino también para todas las personas que conviven con un malestar que parece no terminar. Según la Organización Mundial de la Salud (2020), las enfermedades crónicas son aquellas de larga duración y con una progresión generalmente lenta, lo que aplicado a la salud mental implica que un problema que comenzó siendo puntual puede prolongarse en el tiempo y reaparecer de forma recurrente, llegando a condicionar profundamente la vida cotidiana.
No se trata únicamente de trastornos mentales severos como la esquizofrenia o el trastorno bipolar; también hay depresiones que se alargan en el tiempo, ansiedades que se mantienen latentes o dificultades emocionales que, poco a poco, se hacen crónicas y terminan limitando el bienestar.

Existen múltiples motivos por los que un problema psicológico puede cronificarse. Uno de ellos tiene que ver con cómo está organizado nuestro sistema de salud, más preparado para tratar lo urgente que para acompañar procesos de larga duración. A esto se suma el peso del estigma: muchas personas retrasan el momento de pedir ayuda por miedo a ser juzgadas, y cuando finalmente lo hacen, los síntomas ya están más enraizados y resulta más difícil revertirlos. También ocurre que en ocasiones se recurre en exceso a los fármacos como solución rápida, cuando en realidad lo que la persona necesita es un espacio seguro para comprender lo que le pasa y trabajar en herramientas que le permitan recuperar su vida. El alivio que ofrecen los medicamentos puede ser necesario, pero si no va acompañado de un trabajo psicológico, el malestar suele volver con fuerza.
Otro factor clave es la estrecha relación entre la salud física y la salud mental. Vivir con una enfermedad crónica, como la diabetes o un problema cardíaco, aumenta el riesgo de desarrollar depresión o ansiedad. Y lo contrario también sucede: un trastorno psicológico puede favorecer la aparición de enfermedades físicas o agravar las que ya existen. Esta interacción crea un círculo que desgasta profundamente a la persona, pues no solo lucha contra los síntomas emocionales, sino también contra las limitaciones físicas que los acompañan. En España, de hecho, los problemas de salud mental representan ya una parte muy significativa de los diagnósticos crónicos atendidos en Atención Primaria, lo que refleja la magnitud del reto al que nos enfrentamos (Ministerio de Sanidad, 2023).
Ante este panorama, la psicología tiene un papel esencial. Los psicólogos no solo trabajamos en aliviar el sufrimiento, sino también en prevenirlo. Estar presentes en Atención Primaria, en los colegios, en las comunidades, significa poder detectar un problema antes de que se haga grande, dar una respuesta a tiempo y evitar que ese malestar se convierta en un compañero de viaje no deseado. La psicoterapia basada en la evidencia ha demostrado que es posible aprender a gestionar los síntomas, recuperar el control y volver a conectar con una vida con sentido. Además, las intervenciones grupales y la psicoeducación ofrecen espacios donde las personas descubren que no están solas, que hay otras viviendo algo parecido, y eso de por sí ya tiene un poder sanador enorme.

Para que la lucha contra la cronicidad sea efectiva, no basta con centrarse en los síntomas. Hay que mirar también las condiciones en las que vive la persona: su entorno social, sus vínculos, su situación laboral o económica. No podemos olvidar que la soledad, la precariedad o la falta de apoyo son factores que pueden mantener vivo el malestar. Por eso es tan importante que la salud mental deje de ser un tabú y que la sociedad avance hacia una mirada más empática y menos juzgadora. Pedir ayuda no debería ser motivo de vergüenza, sino un acto de valentía y autocuidado.
La cronificación en salud mental no es un destino inevitable. Es el resultado de muchas piezas que encajan y se mantienen en el tiempo, pero también es un campo donde se puede actuar. Reforzar los recursos psicológicos en el sistema sanitario, fomentar la detección temprana, impulsar el trabajo comunitario y, sobre todo, construir una cultura que entienda la salud mental como parte esencial de la vida son pasos decisivos para cambiar esta realidad. Porque detrás de cada estadística, de cada diagnóstico crónico, hay una persona que merece volver a sentirse bien, recuperar su proyecto vital y saber que no está sola en ese camino.
Referencia Bibliográfica:
Ministerio de Sanidad. (2023). Sistema Nacional de Salud: Indicadores clave en Atención Primaria. Gobierno de España. Recuperado de https://www.sanidad.gob.es
Organización Mundial de la Salud. (2020). Enfermedades crónicas. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/noncommunicable-diseases
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