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IMPACTO DE LA NUEVA REALIDAD SOCIAL EN LA ADOLESCENCIA

Foto del escritor: Alexander ToméAlexander Tomé

Que la #pandemia ha cambiado nuestra realidad es una obviedad. El teletrabajo es una opción tangible en nuestro día a día; las pruebas de COVID son un requisito para desplazarnos y el consumo de pantallas se ha disparado de una forma que alarma a los expertos, siendo la población adolescente los que por novedad y por practicidad tienen más conexión con ellas.


Si antes del COVID eran las personas mayores de 65 años quienes estaban refiriendo una soledad no deseada más recurrente, los datos extraídos en ciudades como Barcelona o Madrid en 2020 (Encuesta Omnibus) dan un vuelco a esta situación y pasan a ser las personas entre 16 y 24 años quienes en un 20% contestan que se sienten a menudo solas o sin tener una persona con quien hablar de sus preocupaciones.


Los profesionales tanto de la salud como del trabajo comunitario están visualizando en lo que llevamos de 2022 la realidad nueva: existe un #abusodepantallas que agrava la dificultad para relacionarse de los más jóvenes, y también de sus padres con ellos, que muchas veces se encuentran ante la dificultad y el no saber cómo poner límites a una actividad on line de la que también ellos son usuarios y muchas veces un modelo en casa fácil de imitar.





No resulta fácil regular el uso del móvil a un adolescente, y lo que resulta casi imposible es quitarle el terminal. No es lo mismo que pedirle a un adulto que lo entregue, o que le deje por un buen motivo al margen de su desempeño: para los mas jóvenes es muchas veces su enlace con una realidad social que se vio forzada a ese medio durante los largos meses que duró el confinamiento. Pedirle que entregue esa llave que le conecta con sus iguales, es un sacrificio por el que se tiene que poder ofrecer algo a cambio mejor o como mínimo que lo iguale, y en esa apuesta los adultos rara vez salimos ganadores.


Las diferencias generacionales a la hora de intervenir son grotescas en la comparativa. A las personas mayores se les está enseñando a usar las pantallas; los adultos necesitan su uso diario para desempeñar cada vez más los trabajos ya no solo especializados; y a los más jóvenes no saben los padres como regularles su uso de una manera compatible y que permita tener una dinámica familiar nutritiva. Pareciera que la clave debiera estar en poder adecuar o llegar a un punto de unión entre las necesidades sociales de una parte de la población a la que el COVID trastocó el desarrollo social que debería haber sido normativo, con las otras necesidades parentales de saber estructurar los espacios y los tiempos de ocio de sus hijos.


El plan del Ayuntamiento de Barcelona es que hasta el 2030 se vayan generando intervenciones que permitan paliar la soledad en la gran ciudad catalana, mediante la generación de espacios de confianza que puedan resultar tan atractivos aunque no tan estimuladores como las aplicaciones digitales. Para ellos profesionales de la salud son de obligada necesidad también para generar espacios alternativos donde los padres puedan hablar sobres sus habilidades y necesidades parentales, y para poder tener herramientas practicas que les ayuden a adecuarse con eficiencia a la nueva realidad de sus hijos, que aunque tenga puntos en común con la que ellos y ellas tuvieron, no ha sido modificada con la misma virulencia que la de los #adolescentes post-pandemia.

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