La tristeza es una de las emociones básicas. Al igual que la rabia. Y ambas son facilitadoras del llanto como expresión fisiológica además de sentimental. Causas que nos facilitan las lágrimas son el dolor y la felicidad, las cuales son experiencias muy opuestas en nuestro abanico de seres sintientes a la par que conscientes. Tenemos por tanto 4 direcciones como mínimo que puede ser transitadas para expresar el lloro.
Cuando una persona llora cerca nuestro, suele ser un indicador que está conmovida y movilizada hasta tal punto que necesita expresarlo para aliviar la intensidad emocional que está teniendo. Suele ser algo que a su vez conmueve y moviliza a las personas que están a su alrededor. Si alguna vez te encuentras en un grupo y alguien rompe a llorar, podrás observar que el clima del conjunto cambia automáticamente, produciéndose un silencio en el que al principio no se sabe muy bien como reaccionar, pero que acto seguido puede provocar reacciones muy dispares: desde la incomodidad, la parálisis o la mas natural que es la de brindar cercanía y apoyo a la persona que está vertiendo las lágrimas.
Lloramos básicamente para que los demás se acerquen a nosotros, especialmente cuando lo hacemos desde la tristeza o el dolor. Es la primera expresión emocional que accionamos al nacer y la que más usamos durante nuestros primeros meses de vida, mucho antes que esbozar la primera sonrisa. Y lo que genera en nuestra más tierna infancia es dar a los padres una información valiosísima, que no es otra que saber cuándo los necesita el bebé, ya sea para comer o para ser atendido, además de indicar si algo a nivel de salud no está yendo bien.

Llegamos desde aquí a los efectos qué puede provocar en un adulto que no sea capaz de llorar. El principal es que no consigue transmitir a su entorno más cercano y que le podría brindar ayuda que algo le está ocurriendo. No llegaría por tanto al contexto de la persona que no llora si está triste o si le está ocurriendo algo importante a nivel de salud. Una relación en la que no hay lágrimas carecerá de alta sensibilidad para comprender la tristeza.
Otra explicación de naturaleza sistémica es que la persona no quiere sobrecargar con sus emociones a quien tiene cerca. En algunos sistemas familiares o de intimidad afectiva, en los cuales se están gestionando situaciones difíciles como una separación, un duelo o algún tipo de ruptura traumática, algunos de sus miembros pueden preferir ocultar o bloquear sus emociones bajo la premisa de no querer dar más problemas de los que ya hay. La lectura puede ser adecuada, siempre y cuando estas emociones se puedan expresar en algún otro contexto como las amistades, o expresarlas cuando el sistema ya disponga de recursos para poder abordar la tristeza o el dolor que a simple vista no estaba pudiendo visualizar con las lágrimas, su principal y natural indicador.
Desde el concepto de Emoción Expresada (G.W. Brown, J.L Birley y J.K. Wing; 1972), el otro extremo del llanto también puede acarrear problemas a la persona y a sus seres queridos. Alguien que no pueda dejar de llorar puede ser difícil de comprender y gestionar para quienes le quieren ayudar, además de generar en la propia persona que experimenta el llanto sin medida la sensación de no poder sostenerse emocionalmente. En estos casos la expresión puede combinarse con la práctica de la contención para poder generar habilidades que sean útiles a la hora de sostener el propio malestar, lo cual puede facilitar que otras personas se acerquen con más facilidad a preguntar y a ayudar por los motivos de la tristeza y la desesperanza.
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