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RABIA, ODIO Y RENCOR

Foto del escritor: Alexander ToméAlexander Tomé

Actualizado: 6 oct 2024

La principal diferencia entre las 2 primeras es la intensidad y la permanencia. Si la Rabia es una emoción que aun presentándose frecuentemente tiene una intensidad alta pero no suele permanecer mucho tiempo seguido en nuestro organismo, el Odio es un sentimiento, lo que significa que ha sido antes una emoción que llevamos mucho tiempo sintiendo de manera intensa y frecuente. Podría decirse que la Rabia engendra Odio, si la gestamos el tiempo suficiente.

 

La rueda de emociones diseñada por Robert Plutchik reparte las emociones en 8 ejes que partiendo de emociones más o menos primarias, evolucionan en intensidad hasta ser 3 conjuntas, que además de pueden combinar entre ellas, dando unas interesantes 8 nuevas que son mixtas, y que la rueda identifica en: Amor, Sumisión, Susto, Decepción, Remordimiento, Desprecio, Alevosía y Optimismo.




 

También es importante ver la función que tiene la Rabia, no siendo otra que romper. Y por romper debe entenderse no solo objetos físicos que puede ser la parte más fácil de visualizar, si no también situaciones, relaciones, y dinámicas. El sentir rabia genera una intensidad fisiológica en el organismo que canalizada y expresada no siempre necesariamente con violencia, permite generar cambios en lo que nos rodea, y también tiene un impacto en las personas que tenemos cerca, reorganizando de manera nueva las relaciones que tenemos con el sistema donde estamos.

 

El odio es harina de otro costal. La intensidad puede ser muy alta, pero quizás destaca más por su profundidad, que puede manifestarse durante mucho tiempo en nuestro cuerpo e incluso monopolizar nuestros pensamientos hacia un objeto o persona en concreto. Además, es un sentimiento muy extensivo, pues los estímulos que asocia tienen algo en común con lo que odiamos, también quedan impregnados de este y cognitivamente se ponen en la misma categoría: a odiar.

 

Aunque en la rueda de emociones que se pueden encontrar no aparece la tríada emocional siempre de la misma manera, podemos establecer el siguiente orden: rabia-odio-rencor. Dicha secuencia, destaca por esta tercera fase de la rabia, que iría más allá del odio para convertirse en Rencor, el cual además de ser un sentimiento, puede tener una influencia en el estilo relacional de la persona. Sigamos el siguiente razonamiento: si de 10 emociones que sentimos en un día, la mitad son de esta tríada, y si esto a su vez se mantiene durante 1 año por ejemplo, las personas con las que nos relacionamos en el día a día, aunque no sean el objetivo de nuestras emociones más destructivas, perciben que nuestro organismo está viviendo rabia, odio y rencor. Podemos percibir esto en las actitudes violentas o despreciativas de lo demás, y aunque no esté dirigido a nosotros nos va a generar una actitud protectora que lo más probable es genere distancia con la persona potencialmente agresiva.

 

Aunque la rabia genere beneficios para cambiar lo que nos rodea, no hemos de perder de vista que también genera agresividad, y si está de una manera muy constante en nuestra vida puede moldear un estilo relacional e incluso de personalidad agresivo o violento.

 

La rabia al igual que todas las emociones es necesaria y útil, pues genera cambios profundos y también una distancia inmediata ocasionalmente protectora. El odio puede ayudarnos a destruir no solo a cambiar objetivos que nos sean dañinos o rivales que se interponen con nuestros intereses. El rencor es un condicionamiento y una forma de fijar nuestros recuerdos para que no se vuelva a repetir una situación que nos dañó. Sin embargo, tener como principal tríada en nuestra vivencia emocional esta aquí descrita, es muy probable nos aísle de nuestro entorno y que también nos impida avanzar de situaciones dolorosas que hemos vivenciado.  La rabia y lo que surge de ella destruye, pero no se puede construir siempre algo nuevo sin destruir elementos del pasado.

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