Las relaciones personales no siempre son estables. Al igual que muchas otras cosas de las que nos rodean y de las que formamos parte son sensibles al cambio. La búsqueda de estabilidad en las mismas es legítimo, incluso necesario para la construcción de proyectos profesionales y personales.
Una de las maneras de hacer que una relación evolucione es poder dar información a la otra persona sobre lo que vemos de ella y de su manera de funcionar. Es lo que se denomina Feedback, que en su traducción castellana literal sería Realimentación. Lo cual, nos da muchísimo juego para analizar.
Realimentarse nos habla de algo relacionado con la nutrición, y encaja muy bien con la base de PSINNERGIA como recurso terapéutico. El espacio terapéutico se construye entre el profesional y la usuaria, con la clara función de alimentarnos emocionalmente.
Peter F. Drucker, especialista y estadista de renombre que es considerado como uno de los creadores de la profesionalización en la gestión organizacional decía al respecto del crecimiento de los miembros en un equipo: “La única manera de descubrir nuestros puntos fuertes es a través del análisis de nuestras propias experiencias.”
Podemos por tanto plantearnos: ¿cómo alimentamos nuestras relaciones personales? Y si damos información de calidad a la persona que nos importa. Sobre si le damos o si ponemos a su servicio emociones que nos genera su manera y su forma de hacer o de comunicarse para que a modo de espejo pueda saber que genera en los demás.
Dar feedback, y recibirlo, es necesario para que nuestras relaciones personales sean de calidad, sin ser la relación terapéutica una excepción. Para los profesionales de la salud mental, el hacerlo en terapia generamos compromiso con la persona que pone su confianza en nosotros. Dándole importancia y valor propio al sentir e importancia emocional en espacio común que tengo con el otro.
Si la otra persona es capaz de devolvernos de manera respetuosa el riesgo que hemos asumido, se empezará a dar la llamada Realimentación y recibiremos Feedback: hemos dado parte de nuestra percepción del otro, y si hemos sido hábiles desde nuestro sentir sin juicios personales a las maneras de funcionar externas, ahora recibiremos información cuando no nutrición sobre cómo le llegamos y que le hacemos sentir a la persona con la que compartimos la relación terapéutica. Aunque cueste de digerir, puede ser muy nutritivo el saber qué generamos. Además de nutrirnos y capacitarnos para un entorno eminentemente social, nos orienta y nos permite entender reacciones de los demás que puede haberse quedado en nuestra área ciega social, como estipula la Ventana de Johari.
Expresado de este modo, puede que el primer hielo sobre el que hemos de caminar es el de tener valentía para posibilitar que el otro, desde su rol como profesional, nos pueda escuchar y acompañar en la construcción de nuestra realidad, que se hace a la vez que la expresamos con nuestras propias palabras y es escuchado por otra persona. Haruki Murakami decía: “Soy de esa clase de personas que solo entienden del todo las cosas cuando las he puesto por escrito”.
Solo una última característica de nuestro servicio terapéutico: tratamos desde el respeto y desde el afecto. Evitamos juzgar.
Comentarios