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Foto del escritorAlexander Tomé

UNA BASE TERAPÉUTICA PARA EL MALTRATO A LA MUJER

El aumento de la violencia machista, la homófoga, transfoga, y los actos violentos en la convivencia ciudadana es un hecho desalentador y que se viene observando desde hace años, sin que se haya podido encontrar una fórmula psico-social que permita su freno o como mínimo enlentecimiento. Valga como ejemplo que el último dato arrojado por la emisora de radio RAC1 sobre las llamadas a teléfonos para atender violencia machista, los cuales preveén para este Agosto y Septiembre de 2023 un aumento del 25%.


Es también cierto que los estudios de la violencia hacia las mujeres cuando están dentro de una relación de pareja se han estudiado desde hace tiempo, y que existen investigaciones aplicables al tratamiento de este fenómeno dentro de la intervención terapéutica.


En 2010 se constituye con apoyo económica de la Generalitat de Catalunya un recurso de asistencia psicológica gratuita llamado UNADOM (de la Fundación Vidal i Barraquer) para tratar a mujeres maltratadas, desde una vertiente cognitivo conductual pero también con constructos teóricos dinámicos. Desde este recurso también se abren líneas de investigación que buscan identificar si una terapia psicológica individual durante aprox 1 año es efectiva para cambiar la vida emocional de las usuarias y para tener puntuaciones en cuanto personalidad que las alejen de la patología.





Uno de ellos, publicado en la revista de psicología ALOMA (2010 número 27) inicia con una muestra de 93 mujeres en tratamiento por demanda de haber recibido o estar recibiendo violencia por parte de su pareja. Una vez pasada la N inicial por haber podido administrar pruebas psicométricas al inicio y al final del proceso terapéutico, y necesitando que este se hubiera terminado por indicación clínica y no por abandono, resta una muestra válida para el estudio de 46 personas. Es importante puntualizar que todas las mujeres de la n final habían sufrido maltrato psicológico y el 56,5% situaciones de agresión física.


El método de investigación utilizado está basado en la autoadministración del test clínico MCMI-II, validado para la población española. Este cuestionario de personalidad consta de 175 ítems con respuesta de verdadero o falso. Se mesuran 22 escalas clínicas y 10 básicas de personalidad, sin tener en cuenta otras 3 de corrección.


En un primer momento previo a la intervención, la media más elevada presentada por las mujeres participantes fue para la escala DEPENDIENTE, seguida de AUTODESDTRUCTIVA, EVITATIVA (o Fóbica) y COMPULSIVA. Los síndromes clínicos de gravedad moderada se podían destacar en la escala de ANSIEDAD.

Una vez finalizada la terapia individual solo la escala COMPULSIVA mostraba puntuaciones superiores a la desviación significativa. El resto de escalas post-intervención adquirieron una tendencia mucho más moderada. Hay que destacar que esta escala pretende medir la autodisciplina, la perseverancia, el perfeccionismo y la exigencia. Kuncel y Olson (1994) destacan que también puede mostrar actitudes defensivas a nivel psicológico, en contextos como al cumplimentar el test.


Los resultados de este estudio ya clásico pueden indicar según los autores (Davins-Pujols, M.; Pérez-Testor, C.; Salamero-Baró, M.; y Aramburu Alegret, I.) del 2010 que el tipo de intervención psicodinámica focalizada y en un formato breve:


- Disminuyó el contactar con los propios sentimientos.

- Sustituyó la necesidad de búsqueda de apoyo externo por capacidad reflexiva autónoma.

- Redujo la preocupación constante.

- Redujo la subordinación y la infravaloración.


Podemos establecer por tanto, que más de 10 años después de este estudio los consiguientes deberían haber incluido Grupos control de mujeres que no hayan recibido maltrato, y que además se hayan podido ver los resultado en un plano longitudinal a través del tiempo. El presente ha tenido en cuenta mujeres dentro de un maltrato grave, la cuales tenían o tienen tendencia debido al tipo de relación en el que están inmersas a minimizar las consecuencias del maltrato para poder sobrevivir con un menor nivel de estrés y ansiedad, lo cual tiene como contrapartida la dificultad para alejarse del maltratador porque facilita la habituación a la situación abusiva.


La situación de la mujer maltratada puede provocar cambios en su estilo de personalidad como una herramienta defensiva, para protegerse de peores agresiones, intentando menguar las represalias. Ante un sufrimiento tan intenso, puede consolidarse en las víctimas una actitud defensiva de este tipo: EVITATIVO


(Péres-Testor; Castillo; Davins; Salamero y San Martino, 2007). Es por tanto clave, además de atender a los factores socio-económicos que rodean a la relación de maltrato, que también se tengan en cuenta los intrasubjetivos, que marcaran la modalidad de relación que se establece y la dificultad para modificarla o romperla definitivamente.


Los datos que manejaba UNADOM antes de empezar el estudio, y teniendo en cuenta a las usuarias que acudían al recurso aunque no participaran en el ensayo, era que el 45,7% afirmaba estar viviendo con su pareja cuando venía a consulta; y la duración media del maltrato era de mas de 13 años. Otro clásico, Echeburúa y Corral (1998) apuntaban que una mujer maltratado puede no conseguir abandonar esta relación una media de 10 años. Sería interesante comprobar el efecto que las intervenciones psicológicas tienen en esta cifra de permanencia del problema.



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